En quién pienso cuando armo mi familia?

Les quiero contar algo que me preocupa mucho. Una gran amiga mia, Cecilia, luego de muchos años de casada se separó y el otro día me dijo: “Recién ahora me cae la ficha de que basé mi matrimonio en mis hijos y no en mi marido”.“¡Qué boba!”, dirán ustedes. Yo les juro que esto es algo mucho más común de lo que la gente cree.

Nos casamos teniendo ojos nada más que para el otro, pero cuando aparecen los hijos, SIIIII, esos niñitos tan amados por nosotras!!, empezamos a dedicarles tanto, tanto tiempo, que muchas veces nos olvidamos de los maridos.

Es verdad que cuando somos madres, los tiempos cambian (más de una vez pensamos que nunca más vamos atener tiempo para nosotras!) y los bebés requieren muchos de los momentos que antes eran sólo para los dos. Pero es absolutamente esencial para la salud del matrimonio hacer un esfuerzo para reservar algunos instantes para la pareja.

A medida que los chicos crecen esto se nos hace más fácil. Muchas veces nosotras, las mujeres, ubicamos a los hijos en el medio y (sin darnos cuenta, o a propósito) los ponemos como excusa para evitar hablar ciertos temas de la pareja, para no discutir sobre su educación en asuntos que sabemos que no estamos de acuerdo, porque nos resulta cómodo escudarnos en ellos en vez de hacer un esfuerzo para mejorar nosotras.

En definitiva, “zafamos” de situaciones y, a la larga, esto se hace un hábito que nos juega en contra. Los hombres van alejándose de la “loca” ya que saben que todo intento será un fracaso y, a veces, se terminan confesando con la compañera de la oficina y… ¿sigo?  Es así como terminamos alejados, como dos témpanos en el Perito Moreno. Una lástima.

En muchos casos, son los hombres los que encuentran la excusa en los hijos, pero en general las que empezamos somos nosotras cuando estamos con la cría al pie.

 

¿Pensaste sobre qué base está construido tu matrimonio? ¿Conocen casos como el que acabo de contarles?

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