Momentos íntimos de él y ella ...

Algunos argumentan que es en la sexualidad donde muchos matrimonios tienen problemas, pero en donde en realidad fallan es en la falta de amor verdadero: en el esfuerzo continuo por querer al otro más que al propio yo.


Unión de personas

La entrega de uno mismo al otro tiene un significado propio que compromete a la persona entera. No es únicamente la saciedad de dos deseos, es la expresión más fuerte que puede existir de la donación mutua, que sólo la unión matrimonial puede entender.

El matrimonio consiste en la entrega total. Es introducirse en el otro, vivir en el otro... y ser el otro. El varón necesita conquistar y poseer, mientras que la mujer necesita ser deseada y conquistada. El hombre es más sexual, mientras que la mujer es más sensual.

El hombre y la mujer tienen distintos "códigos" en cuanto a la sexualidad, que la naturaleza ha marcado en la psicología de cada uno. Si estas reglas no se conocen o se las olvida, pueden ir derecho al fracaso. Si el hombre pasa el día leyendo el diario, ensimismado en problemas personales y a partir de las once de la noche exige sin más preámbulo, el derecho al amor de la mujer, es claramente una falta de delicadeza. Andar despeinada y quejándose de lo mal que se portaron los chicos, es estar buscando que el marido (en el mejor de los casos), “ejercite sus derechos” con el mismo entusiasmo que pone al lavarse los dientes.

Cuando se hace de la sexualidad una condición previa para el amor, en lugar de hacer del amor matrimonial una condición previa para la entrega corporal, los resultados nunca son positivos. Paradójicamente, el trato sexual aleja al hombre y a la mujer, en lugar de unirlos. Los deja solos y desarmados precisamente allí donde, con toda seguridad, podrían encontrarse.

El filósofo francés Gustave Thibon ha dicho que "los instintos y las pasiones del hombre están hechos para el espíritu; su estado normal es estar abiertos y transparentes a esta fuerza; no podemos arrancarnos el alma. La llevamos puesta". No existen actos sensitivos, ni actos espirituales, existen tan sólo actos humanos.

"Yo no concibo al matrimonio sin una atracción sexual recíproca", concluye. "En esto existen dos escollos que evitar: la ausencia de atractivo sexual y la primacía del atractivo sexual. El matrimonio debe encaminarse a la plenitud sexual, pero a una plenitud sexual que sea al mismo tiempo una plenitud humana, es decir, que se debe reparar sobre el atractivo de los sexos, pero sobre ese atractivo animado, asumido y superado por el espíritu".

¿Ustedes cómo viven la sexualidad en la pareja? ¿Les costó encontrar un mismo canal de entendimiento?

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